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Asociación Entre el Consumo de Bebidas Azucaradas Carbonatadas y la Obesidad en Niños y Adolescentes

  • TITULO : Asociación Entre el Consumo de Bebidas Azucaradas Carbonatadas y la Obesidad en Niños y Adolescentes
  • AUTOR : Martin-Calvo N, Martínez-González M, Marti A
  • TITULO ORIGINAL : Sugar-Sweetened Carbonated Beverage Consumption and Childhood/Adolescent Obesity: A Case-Control Study
  • CITA : Public Health Nutrition 17(10): 2185-2193, Oct 2014
  • MICRO : La prevalencia de obesidad ha ido en aumento no sólo en los adultos, sino también en los niños y adolescentes. Este hecho podría tener relación con el incremento en el consumo de bebidas azucaradas carbonatadas en esa población.

Introducción

La obesidad es una enfermedad crónica originada en un desequilibrio de la homeostasis energética. Los mecanismos subyacentes a este trastorno metabólico reflejan una serie de complejas interacciones entre factores genéticos, ambientales y conductuales. Se ha sugerido que la obesidad aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades, como diabetes tipo 2, síndrome metabólico y ciertos tipos de neoplasias, y que ser obeso desde etapas tempranas de la vida amplifica este riesgo. La creciente prevalencia de obesidad en los niños y adolescentes se ha convertido en un importante problema de salud pública.

En 2004, un estudio mundial realizado por la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad reveló que, en la población de niños de entre 5 y 17 años, el 10% tienen sobrepeso, y entre el 2% y el 3% son obesos. En Europa, la prevalencia de sobrepeso y obesidad supera el 20%, aunque con diferencias considerables entre los países; España tiene una de las prevalencias más altas de Europa.

El consumo de gaseosas y bebidas azucaradas ha ido en aumento en el mundo en paralelo con la obesidad epidémica. Si bien la producción de bebidas sin azúcar también se ha incrementado, representa sólo el 25% de la producción total. Este consumo tiende a incrementarse con la edad; en los preadolescentes es casi el doble que en los niños de 5 años.

Muchos estudios sugieren que la obesidad epidémica está estrechamente relacionada con el incremento del consumo de gaseosas y demás bebidas azucaradas. La gran cantidad de azúcar que contiene este tipo de bebidas aparece en forma de jarabe de maíz de alta fructosa en los Estados Unidos y como sacarosa en Europa. Se propuso que el cambio en los lípidos corporales podría deberse a una mayor ingesta calórica, dada la cantidad de azúcares rápidamente absorbibles y la baja saciedad asociada con los carbohidratos líquidos, en comparación con los que se consumen en su forma sólida. Además, la fructosa, que se absorbe y metaboliza en forma diferente de la glucosa, tendría una mayor capacidad de causar efectos perjudiciales.

El objetivo del presente trabajo consistió en evaluar la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas carbonatadas (BAC) y la obesidad en un estudio de casos y controles llevado a cabo en Navarra, España.

 

Métodos

La población en estudio estaba integrada por 348 niños y adolescentes (174 casos y 174 controles) con una edad comprendida entre 5.5 y 18.8 años (promedio y mediana de edad: 11.6 años). Los casos consistían en niños/adolescentes con un índice de masa corporal (IMC) por encima del percentil 97 para el sexo y la edad. A los fines del estudio, se registraron las medidas antropométricas de todos los participantes (talla y peso) y se determinó el porcentaje de masa grasa corporal (PMGC) mediante impedancia bioeléctrica.

Profesionales entrenados llevaron a cabo entrevistas individuales con cada participante y sus padres de acuerdo con protocolos estandarizados. La información acerca del consumo de BAC se obtuvo a partir de un cuestionario semicuantitativo previamente validado que investigó dicho consumo durante el año previo. El nivel de consumo se dividió en 4 categorías: 1) nunca o casi nunca; 2) menos de una porción por semana (porción estimada en 200 ml); 3) una a 4 porciones por semana; y 4) más de 4 porciones por semana. A su vez, se calculó el consumo diario total.

Se utilizó un modelo de regresión logística condicional de variables múltiples para evaluar la asociación entre el consumo de BAC y la obesidad. Además de la información sobre el consumo de BAC, se indagó acerca del consumo de otros alimentos y bebidas, a partir de lo cual se calculó la ingesta calórica total. También se calculó el nivel de cumplimiento de la dieta mediterránea y el de consumo de comidas rápidas. Por último, se utilizó un cuestionario para evaluar el grado de actividad física y se estimó la conducta sedentaria como la sumatoria de horas frente al televisor o la computadora. Todos estos factores fueron introducidos en un modelo de variables múltiples a fin de controlar su potencial efecto confundidor.

 

Resultados

Como se esperaba, los casos y los controles tenían índices antropométricos considerablemente diferentes. Los casos tuvieron un IMC, un puntaje Z y un PMGC significativamente mayores que los controles. En forma inesperada, se halló una ingesta calórica total significativamente más alta en los controles que en los casos, lo cual puede tener que ver con el mayor gasto energéticocomprobado en los primeros y la mayor prevalencia de estilo de vida sedentario en los segundos. En este sentido, se observó un mayor nivel de actividad física en los controles y un mayor número de horas por semana frente al televisor o la computadora en los casos.

El consumo diario de BAC fue significativamente mayor en los casos que en los controles; por el contrario, los casos informaron un menor consumo de jugos de frutas, aunque esta diferencia no fue significativa. Asimismo, se halló un patrón de cumplimiento de la dieta mediterránea similar e igualmente bajo en ambos grupos, y un mayor consumo de comidas rápidas para los casos, aunque esta diferencia tampoco fue significativa.

Las categorías de mayor consumo de BAC no difirieron significativamente de las de menor consumo respecto del IMC promedio, aunque se halló una clara tendencia a favor de una asociación directa entre mayor consumo de BAC y mayor IMC ajustado por sexo y edad. Al calcular el odds ratio y el intervalo de confianza para obesidad asociados a cada categoría de consumo de BAC, el punto estimado de odds ratio se encontró por encima del valor nulo en todas las categorías, aunque no resultó ser significativo en las categorías intermedias. No obstante, se halló una asociación significativa y directa entre la categoría de mayor consumo y la obesidad, la cual se volvió aún más significativa luego del control de los factores confundidores en el modelo de variables múltiples. El análisis de la información recopilada permite sugerir una tendencia lineal significativa en la relación entre la obesidad y el consumo de BAC en niños y adolescentes, lo que estaría indicando un efecto monotónico de dosis-respuesta entre ambos factores.

Al evaluar el consumo de BAC como exposición continua, se halló una asociación significativa entre obesidad y cada porción diaria adicional a este tipo de bebidas, que continuó siendo significativa en el modelo de variables múltiples. Asimismo, los resultados demostraron una asociación significativa entre el IMC ajustado por edad y cada porción diaria de BAC, así como una asociación directa entre el PMGC y la categoría de mayor consumo, que también continuó siendo significativa en el modelo de variables múltiples.

 

Discusión

El presente estudio de casos y controles sugiere una asociación dosis-respuesta monotónica lineal directa entre el consumo de BAC y la presencia de obesidad en niños y adolescentes. Independientemente de otros factores, cada porción diaria de BAC se asoció en forma significativa con un mayor riesgo de obesidad. Además, se halló una asociación fuerte y significativa entre la presencia de obesidad y la categoría de mayor consumo de ese tipo de bebidas.

Asimismo, los resultados del estudio demostraron una asociación directa, monotónica y significativa entre cada porción diaria extra de BAC y el IMC ajustado por edad, así como una diferencia significativa en este último parámetro entre las categorías de consumo más alta y más baja. El consumo de más de 4 porciones por semana se asoció con un 4.80% de incremento en el PMGC, resultado que coincide con datos publicados previamente que indicaban que la relación entre la obesidad y el consumo de BAC podría explicarse por incrementos en ese porcentaje.

Si bien la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas en general y la obesidad aún suscita controversias, la información publicada en los últimos años permite sugerir la necesidad de reducir el nivel de consumo de este tipo de bebidas en la población. Aparentemente, el reemplazo de bebidas azucaradas por bebidas no calóricas podría contribuir a reducir el incremento de peso, aunque este concepto aún es debatido, ya que el consumo de bebidas no calóricas también ha sido asociado con aumento de peso.

Muchos estudios han sugerido que la actividad física cumple un papel protector contra la obesidad en los niños, dado que aumenta el gasto de energía. En concordancia con este concepto, en el presente estudio se halló una asociación negativa significativa entre la actividad física y la obesidad.

Por otra parte, ni los casos ni los controles presentaron un alto nivel de cumplimiento de la dieta mediterránea, por lo que no es posible afirmar, basándose en los resultados, si este tipo de dieta desempeña un papel protector contra la obesidad en la infancia. Asimismo, si bien los niños obesos informaron que permanecían un mayor número de horas por semana frente al televisor o la computadora, no pudo hallarse una diferencia significativa en la conducta sedentaria entre los casos y los controles.

Inesperadamente se halló una menor ingesta calórica en los casos que en los controles. No obstante, los controles informaron un nivel de actividad física significativamente mayor y, por lo tanto, un mayor gasto energético total que podría explicar esta diferencia.

La asociación entre el consumo de BAC y la obesidad ha sido propuesta en numerosos estudios. El elevado consumo de calorías en forma de azúcar agregado podría explicar, al menos en parte, esta asociación. Sin embargo, la asociación entre obesidad y bebidas no calóricas informada en algunos ensayos sugiere que los mecanismos subyacentes deben ser más complejos y multifactoriales, por lo que se requieren más estudios para aclarar estos conceptos.

 

Conclusión

El presente trabajo halló una fuerte asociación entre el consumo de BAC y el riesgo de obesidad en los niños y adolescentes. Los resultados sugieren que esta asociación sería de tipo dosis-respuesta, lineal y monotónica. En consecuencia, es necesario recomendar a los niños y adolescentes reducir el consumo de cualquier tipo de bebidas azucaradas, especialmente las BAC, y aumentar el consumo de agua como principal fuente de líquidos. Las estrategias dirigidas a reducir la elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad deberían incluir la educación sobre el consumo de bebidas en general a fin de modificar los hábitos poco saludables de los niños y adolescentes.

Especialidad: Bibliografía - Clínica Médica - Nutrición - Pediatría

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