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Utilidad de Distintas Variables para la Predicción del Síndrome Metabólico en la Población Pediátrica

  • TITULO : Utilidad de Distintas Variables para la Predicción del Síndrome Metabólico en la Población Pediátrica
  • AUTOR : Ribeiro Andaki A, Tinôco A, Amorin P y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Anthropometry and Physical Activity Level in the Prediction of Metabolic Syndrome in Children
  • CITA : Public Health Nutrition 17(10): 2287-2294, Oct 2014
  • MICRO : La sumatoria del espesor de los pliegues cutáneos valorados en 4 regiones, subescapular, tríceps, suprailíaca y bíceps, representa la mejor variable para predecir la presencia de síndrome metabólico en los niños.

Introducción

El conjunto de factores de riesgo cardiovasculares y de diabetes tipo 2 define el síndrome metabólico (SM). En los adultos, el SM se diagnostica en presencia de al menos tres de los siguientes factores de riesgo: obesidad central, dislipidemia (niveles séricos bajos de colesterol asociado con las lipoproteínas de alta densidad [HDLc] e hipertrigliceridemia), hipertensión arterial e hiperglucemia. En cambio, los criterios para el diagnóstico del SM en los niños no se han definido con precisión. Cabe destacar, sin embargo, que algunas de las variables mencionadas se basan en las recomendaciones del National Cholesterol Education Program – Adult Treatment Panel III, con los ajustes necesarios según la edad y el sexo. A diferencia de las variables bioquímicas que se obtienen mediante procedimientos invasivos, los parámetros antropométricos representan una herramienta útil, tanto en la práctica clínica como en los estudios de investigación, para la identificación y la predicción del riesgo metabólico.

Diversos trabajos epidemiológicos sugirieron diferencias, relacionadas con el sexo, en el porcentaje de masa grasa, la circunferencia de la cintura (CC), la resistencia a la insulina (valorada con el modelo de la homeostasis [HOMA]) y el SM en los niños. Los cambios bioquímicos y antropométricos y las diferencias en la respuesta a los programas de intervención en niños y niñas sugieren la utilidad de analizar ambos grupos por separado.

Los hábitos de vida, especialmente el nivel de actividad física (AF), ejercen un efecto decisivo sobre el riesgo de aparición de SM. La AF regular juega un papel importante en el tratamiento de la obesidad, la hipertensión arterial, la dislipidemia y la resistencia a la insulina. Sin embargo, por el momento, el valor de la AF como factor predictivo del SM en los niños se conoce poco. El objetivo del presente trabajo fue, precisamente, determinar la utilidad de los parámetros antropométricos y de la AF en la predicción del SM en la población pediátrica.

 

Pacientes y métodos

El trabajo transversal se llevó a cabo en 187 niños (106 niñas) de 9.9 años en promedio, aleatoriamente seleccionados de un número total de 1 049 alumnos de esa edad. Todos los estudiantes de quinto grado de cada escuela fueron invitados a participar en el estudio. Los estudiantes eran residentes de la región urbana de Viçosa, en el sudeste de Brasil, con una población aproximada de 72 220 habitantes. El índice de desarrollo de educación básica es de 5.7 puntos; cabe destacar que el puntaje de 6 refleja un sistema educativo de calidad comparable al de los países en vías de desarrollo.

Se evaluaron las variables antropométricas y la presión arterial. Los niños completaron un cuestionario destinado a conocer el nivel de AF; los padres completaron interrogatorios que permitieron establecer el nivel socioeconómico y los hábitos de vida. A partir del peso y la talla se calculó el índice de masa corporal (IMC); la obesidad y el sobrepeso se definieron según los criterios establecidos por Cole y colaboradores. Todas las mediciones se realizaron por triplicado y se utilizó el promedio de cada una de ellas. La CC se evaluó en tres puntos: el más angosto entre las crestas ilíacas y las costillas (CC1), en la mitad de la distancia entre las crestas ilíacas y las costillas inferiores (CC2), tal como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud, y a nivel del ombligo (CC3), según las normativas del Anthropometric Standarization Reference Manual. El índice de conicidad se calculó con la fórmula de Valdez, que incluye la CC, la talla y el peso. Este índice permite conocer la distribución corporal de la grasa. Se midió el espesor de los pliegues cutáneos en cuatro regiones: tríceps, subescapular, suprailíaca y bíceps. Se calcularon las sumatorias de los pliegues del tríceps y subescapular y la sumatoria de los pliegues en las cuatro regiones. Se calculó el porcentaje de grasa corporal; los niños se clasificaron según las categorías de adiposidad, propuestas por Lohman.

El diagnóstico de hipertensión arterial se estableció en los niños con valores de presión arterial sistólica y diastólica superiores a los del percentil 90 para la talla, el sexo y la edad. Los participantes completaron planillas en las cuales refirieron la AF realizada durante 3 días (2 días de la semana y un día del fin de semana). La AF se clasificó según los equivalentes metabólicos (MET) en AF de intensidad leve (≤ 3.9 MET), moderada (> 4 y ≤ 6.9 MET), intensa (≥ 7 MET) y moderada a intensa (> 4 MET). Los niños con un hábito de vida saludable fueron aquellos que realizaron, como mínimo, 60 minutos de AF de intensidad moderada a intensa por día. Todos los niños usaron podómetros para calcular el número promedio de pasos por día, en 7 días consecutivos.

Se tomaron muestras de sangre para la determinación de los niveles de HDLc, triglicéridos y glucemia.

El SM se diagnosticó en los niños que presentaron tres o más criterios: niveles de triglicéridos ≥ 100 mg/dl; HDLc < 50 mg/dl; glucemia ≥ 110 mg/dl, CC ≥ percentil 75 para la edad y el sexo y valores de presión arterial sistólica y diastólica > percentil 90, con ajuste por edad, talla y sexo. La distribución normal de los datos de confirmó con pruebas de Kolmogorov-Smirnov; las comparaciones se realizaron con pruebas de la t, de Mann Whitney o de Kruskall-Wallis, según el caso. Los umbrales para las distintas variables consideradas se analizaron con curvas ROC; con los valores del área bajo la curva (ABC) se identificaron los valores asociados con la mejor sensibilidad y especificidad.

 

Resultados

El número de pasos por día no difirió entre los grupos; en los niños se registró una mediana de 5 952 pasos por día, en tanto que en las niñas, la mediana fue de 4 906 pasos diarios. Sin embargo, se encontraron diferencias importantes entre los grupos en el tiempo dedicado a AF moderada a intensa (p < 0.05): mediana de 105 minutos por día y de 15 minutos diarios en varones y niñas, respectivamente. Las recomendaciones norteamericanas de caminar 11 000 y 13 000 pasos por día sólo fueron cumplidas por el 13.6% de las niñas y el 14.5% de los varones. En el mismo orden, el 36.7% y el 68.1% cumplió 60 minutos de AF diaria moderada a intensa.

Ningún participante presentó hiperglucemia en ayunas; el 24.1% de los niños presentó niveles de HDLc por debajo del nivel recomendado y el 10.6% tuvo hipertrigliceridemia. En el 14.4% de los pacientes se detectó hipertensión arterial. No se encontraron diferencias importantes entre los grupos en las variables bioquímicas y en la presión arterial.

Se estableció el diagnóstico de SM en el 8.5% de los niños; el 53.2% presentó valores normales en todos los criterios de definición. El 26.2%, 12.1%, 6.4% y 2.1% de los participantes tuvieron al menos 1, 2, 3 y 4 o más componentes definitorios del SM. La prevalencia de sobrepeso y obesidad fue del 15% y del 5.9%, respectivamente; la frecuencia de obesidad fue más alta en los varones (8.6%), respecto de las niñas (3.8%).

En las niñas, la hipertrigliceridemia y el porcentaje alto de grasa corporal se asociaron significativamente con el SM (odds ratio [OR] = 31.3 y OR = 6.23, respectivamente). En los varones se encontraron asociaciones significativas entre el SM y la hipertrigliceridemia (OR = 47.0) y los niveles bajos de HDLc (OR = 34.5).

En los niños, los parámetros que predijeron la presencia de SM (según los valores del ABC) fueron el índice de conicidad (ABC = 0.737) y la sumatoria de los pliegues cutáneos valorados en las cuatro regiones (ABC = 0.897). En las niñas, el IMC, la CC1, la CC3, los cuatro pliegues cutáneos por separado, la sumatoria del pliegue cutáneo del tríceps y de la región subescapular, la sumatoria de los cuatro pliegues cutáneos (ABC = 0.908) y el porcentaje de grasa corporal fueron factores predictivos de la presencia de SM.

El número de pasos por día también predijo bien el SM; este parámetro ejerció un efecto protector en los niños (ABC = 0.891). En cambio, el número de pasos en las niñas no fue un factor de predicción; el tiempo con AF moderada a intensa tampoco predijo la presencia del SM en ninguno de los grupos.

 

Discusión

El presente estudio sugiere un algoritmo sencillo y reproducible para la predicción del SM en la población pediátrica. Cabe mencionar que hasta la fecha, los parámetros antropométricos, hemodinámicos y bioquímicos de mayor utilidad en estos pacientes no han sido determinados.

La sumatoria de los pliegues cutáneos medidos en las cuatro localizaciones fue la variable antropométrica que mejor anticipó el SM en niños y niñas (ABC = 0.897 y ABC = 0.908, respectivamente). Al aplicar un umbral de más de 68.8 mm, esta variable se asoció con sensibilidad del 100%, especificidad del 82.3%, valor predictivo positivo de 30.8 y valor predictivo negativo de 100. En cambio, la sumatoria de los pliegues cutáneos en el tríceps y en la región subescapular sólo predijo el SM en las niñas (ABC = 0.733). En un estudio previo, este parámetro fue menos útil que el IMC en términos de la predicción de la presencia de los componentes de riesgo cardiovascular del SM.

Numerosos trabajos revelaron la asociación entre el espesor del pliegue cutáneo en el tríceps y el porcentaje de grasa corporal. En el presente trabajo, las cuatro mediciones individuales del pliegue cutáneo predijeron bien el SM en las niñas; el pliegue en el tríceps fue el que se asoció con mejor valor predictivo (ABC = 0.737; sensibilidad del 100% y especificidad del 53.75%, al considerar un umbral de 14.8 mm). En un trabajo anterior, este parámetro se asoció con el porcentaje de grasa corporal en niñas de 10 a 11 años. La información en conjunto sugiere que el espesor del pliegue cutáneo en el tríceps es un marcador importante de riesgo cardiovascular.

En este estudio, el umbral de 25.7% para el porcentaje de grasa corporal en las niñas se asoció con una sensibilidad del 75% y una especificidad del 71.25%; por lo tanto, el porcentaje > 25% reflejaría un mayor riesgo de SM en las niñas.

El umbral de 1.16 para el índice de conicidad (ABC = 0.737), un parámetro que evalúa esencialmente la grasa central, se asoció fuertemente con los componentes del SM, sólo en los varones. Debido a que es una medición fácil de obtener, podría utilizarse para valorar la distribución corporal de grasa en la población pediátrica.

El IMC representa un marcador apropiado para la obesidad; sin embargo, en lo que respecta al SM en los niños se han propuesto distintos umbrales. Según los resultados del presente estudio, los autores sugieren un umbral de 19.2 kg/m2 en las niñas, asociado con una sensibilidad del 50% y una especificidad del 78.25%. En relación con la CC, los valores obtenidos en los puntos 1 y 3 predijeron bien la presencia de SM en las niñas, con umbrales de 56 y 63.8 cm, respectivamente. El CC3 fue el que mejor valor predictivo tuvo y el que se asoció con el mejor equilibrio entre sensibilidad y especificidad, respecto del CC1 (ABC = 0.709 y ABC = 0. 683, respectivamente).

En un estudio anterior, el CC3 se correlacionó sustancialmente con los componentes del SM en niños de 6 a 13 años. El 10.1% de los niños de la serie presente tuvo obesidad abdominal, según los valores del percentil 90 (CC3 > 78.68 cm). Todos los pacientes con SM tuvieron registros de menos de 7 872 pasos por día, de modo que este número podría reflejar bien una salud metabólica desfavorable.

En el futuro cercano se deberán establecer cuáles son los mejores factores para la identificación del SM en los niños; en especial se deberá determinar la importancia de la CC, la dislipidemia y la hiperglucemia. Este aspecto es de importancia decisiva en aquellos países que cuentan con programas específicos de salud pública, destinados a prevenir y detectar precozmente los trastornos metabólicos en los niños.

Especialidad: Bibliografía - Clínica Médica - Endocrinología - Pediatría

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