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Deficiencia de Vitamina B Asociada con el Envejecimiento como Determinante de Enfermedades Crónicas

  • AUTOR : Brachet P, Chanson A, Demigné C y colaboradores 
  • TITULO ORIGINAL : Age-Associated B Vitamin Deficiency as a Determinant of Chronic Diseases
  • CITA : Nutrition Research Reviews 17(1):55-68, Jun 2004
  • MICRO : La evidencia epidemiológica indica que los ancianos presentan mayor riesgo de deficiencia de vitaminas del complejo B.

Introducción

Los micronutrientes, como las vitaminas y los minerales esenciales para las reacciones biológicas, actúan en el proceso de envejecimiento. En los países desarrollados, los síndromes clásicos de deficiencia de vitaminas, como escorbuto, beriberi y pelagra, son actualmente infrecuentes aunque específicos de subgrupos de poblaciones que tienen riesgo de presentar insuficiencia vitamínica. Es el caso de los ancianos, que con frecuencia sufren deficiencia de vitamina D y de vitaminas hidrosolubles. Las investigaciones de la última década han sugerido que la deficiencia sutil de las vitaminas B constituyen factores de riesgo de enfermedades vasculares, demencia, depresión y neoplasias. En la presente reseña los autores comunican los últimos hallazgos sobre biodisponibilidad de vitaminas B en los ancianos y la asociación entre la deficiencia de estas vitaminas y las enfermedades crónicas.

Ingesta, biodisponibilidad y estado de las vitaminas B en el anciano

La mayoría de estas vitaminas están ampliamente distribuidas en los alimentos, aunque en concentraciones relativamente bajas (B1), mientras que otras sólo son proporcionadas por ciertas categorías de alimentos (B12). Las formas sintéticas de las vitaminas también son utilizadas en la fortificación de alimentos (ácido fólico) y en suplementos (cobalamina). La biodisponibilidad es definida como la proporción de micronutrientes absorbida y almacenada en los tejidos o utilizada. Debido a insuficiencias funcionales, el estado de las vitaminas en los ancianos pueda estar sujeto a mayor variabilidad que el de los jóvenes.

Los determinantes de la deficiencia de vitaminas B en los ancianos comprenden: entorno (hospitalización, residencia en un geriátrico, vivir solo), sexo (mayor prevalencia en hombres), estilo de vida (tabaquismo, sedentarismo, alcoholismo), alimentación vegetariana y variaciones genéticas. La menor ingesta calórica debido a mayor morbilidad sumada a las terapias farmacológicas aumenta el riesgo de deficiencia de vitaminas B en ancianos. La evidencia indica que la ingesta de las vitaminas B1, B2 y B6 en esta población es inferior a los niveles recomendados.

En un estudio se observó que la concentración eritrocitaria de tiamina pirofosfato disminuyó en el transcurso de 3 años; este hecho estaría relacionado principalmente con el envejecimiento. La prevalencia de deficiencia de riboflavina oscila entre el 16% y 45% en la mayoría de las comunidades evaluadas. Varias experiencias han demostrado la elevada prevalencia de deficiencia de vitamina B6 (13% al 45%). Las evaluaciones de los niveles de folato han proporcionado información variada, dado que algunas experiencias detectaron deficiencia o riesgo de padecerla, mientras que otras no establecieron esta posibilidad. La hipoclorhidria altera la disociación de la vitamina B12 de los complejos alimentarios y, por lo tanto, su liberación hacia la luz del intestino delgado. La gastritis atrófica está asociada con la anemia perniciosa, con deficiente absorción de la vitamina B12. Estas patologías explicarían la alteración de los niveles de esta vitamina en algunos ancianos, aunque éstos cumplan con las recomendaciones nutricionales.

Deficiencia de vitamina B y patologías degenerativas

La insuficiencia de folato, cobalamina, vitamina B6, B2 y B1 ya es reconocida como un factor de riesgo de enfermedades crónicas, disfunción cognitiva y neuropsiquiátrica y de ciertos tipos de neoplasias. Asimismo, puede exacerbar las patologías existentes en el anciano. El metabolismo de la homocisteína requiere folato, cobalamina, vitamina B6 y riboflavina. La prevalencia de la hiperhomocisteinemia (HHC) aumenta con la edad.

En un estudio se observó que la prevalencia de HHC ascendió al 29.3% en sujetos entre los 67 y 96 años. Los bajos niveles de folato desempeñan un papel esencial en la patogénesis de la HHC. Un metaanálisis de estudios aleatorizados reveló que la suplementación con folato (0.5 a 5 mg/d) puede reducir la HHC en un 25%, en tanto que la adición de vitamina B12 (0.5 mg/d) puede disminuirla un 7% más. Sin embargo, estas predicciones no serían validas en los ancianos que con frecuencia presentan valores de homocisteína que exceden el rango de 10 a 15 µmol/l. Existe, además, una posible asociación entre la HHC moderada y enfermedad cardiovascular. Algunos estudios sugieren que la vitamina B6 podría ofrecer protección independiente frente a la mortalidad cardiovascular.

La escasa ingesta o deficiencia leve de vitaminas B estarían asociadas con deterioro neuropsicológico en los ancianos. Algunos estudios han sugerido que los niveles bajos de tiamina libre en el líquido cefalorraquídeo pueden asociarse con riesgo de la enfermedad de Parkinson, habiendo detectado una relación entre los niveles de vitamina B1 en plasma y en la corteza cerebral, con deterioro cognitivo en pacientes con enfermedad de Alzheimer.

La HHC dependiente de los bajos niveles de folato, vitamina B6 y vitamina B12 podría constituir un factor de riesgo de trastornos cognitivos, depresión, demencia, enfermedad de Parkinson y enfermedad de Alzheimer. La deficiencia de folato también estaría asociada con mayor riesgo de eventos cerebrovasculares en ancianos. La HHC sería un factor de riesgo independiente de infarto cerebral y de trastornos cognitivos.

La deficiencia de vitamina B12 puede producir anomalías neuropsiquiátricas, como depresión, que no se observan con la deficiencia de folato, lo cual indica los efectos específicos de la cobalamina. La HHC sería un factor independiente de infarto cerebral y de alteración cognitiva en ancianos; se desconoce si precede al inicio de la demencia, o si es el resultado de la demencia asociada con deficiencias vitamínicas.

Algunos estudios sugieren que bajo ciertas circunstancias, como la elevada ingesta de grasas o el tabaquismo, la deficiencia de folato podría influir en la diferenciación celular en el páncreas y contribuir a la patogénesis de la pancreatitis y carcinomas. La escasa ingesta de folato, vitamina B6, o ambos casos, estaría relacionada con mayor incidencia de adenoma colorrectal. También se ha comunicado una asociación inversa entre la ingesta de folato y el cáncer colorrectal y pulmonar. Por otra parte, el riesgo de cáncer de mama está asociado con niveles bajos de folato y posiblemente de vitamina B6.

Mecanismos de los efectos de la deficiencia de vitaminas B asociada con el envejecimiento

Las deficiencias crónicas de las vitaminas B pueden perturbar el metabolismo de la homocisteína. La deficiencia de folato puede afectar la configuración y estabilidad estructural del ADN, con compromiso cromosómico. El envejecimiento, las deficiencias marginales de folato o de vitamina B12 y la elevación de la homocisteína están acompañados por lesión cromosómica espontánea. Varios estudios demostraron que la lesión cromosómica puede minimizarse con concentraciones de folato en los eritrocitos mayores de 700 nmol/l.

Las vitaminas B pueden proporcionar protección frente al estrés oxidativo mediante la disminución de homocisteína prooxidante y al actuar como agente antioxidante. Por otra parte, varios factores asociados con el envejecimiento cerebral (microangiopatía cerebral, disfunción cerebral, alteración de la actividad del óxido nítrico, lesión oxidativa de las neuronas y reacciones de metilación alteradas) están relacionados con la HHC debido a deficiencia de folato. Asimismo, existiría una relación entre el incremento de la homocisteína y un producto toxico de la peroxidación de los lípidos en el cerebro de pacientes con enfermedad de Alzheimer.

Prevención de la deficiencia de vitaminas B durante el envejecimiento

Los cereales, vegetales, legumbres, frutas, carnes, pescado y lácteos contribuyen al consumo de vitaminas B en las poblaciones de países desarrollados. Con el objetivo de evitar patologías crónicas, expertos de naciones occidentales recomiendan la ingesta diaria como mínimo de 5 alimentos que correspondan a frutas o vegetales. Sin embargo, es escaso el porcentaje de sujetos que siguen esta recomendación. Desde la fortificación de cereales con ácido fólico se produjeron aumentos en los indicadores del folato plasmático en varias poblaciones.

La ingesta de folato mediante suplementos vitamínicos ofrece un beneficio adicional para los ancianos que consumen alimentos fortificados. Sin embargo, el suplemento y fortificación con ácido fólico puede potenciar el crecimiento y progresión de lesiones colónicas y disminuir la eficacia de los fármacos utilizados por los ancianos. También se ha sugerido que el aumento de folato podría precipitar o empeorar la disfunción neurológica en sujetos con deficiencia de vitamina B12.

Los autores estiman difícil responder si los ancianos tienen necesidades específicas de ciertas vitaminas B. La información proveniente de mujeres de entre 60 y 85 años sugiere la necesidad de recomendar una mayor ingesta diaria de folato; sin embargo, son escasos los consejos específicos. A pesar de algunas diferencias cuantitativas, las recomendaciones establecidas en diferentes países generalmente coinciden en los requerimientos específicos de vitaminas B para la población anciana. Los requerimientos diarios de vitaminas B serían similares (folato, vitaminas B1, B2, B12) o superiores (vitamina B6) a los de los adultos jóvenes. En los EE.UU. se recomienda el consumo de suplementos o de alimentos fortificados con vitamina B12 para mayores de 50 años. En ancianas con deficiencia de tiamina, la administración de dosis elevadas de la vitamina mejoró los índices de bienestar.

El tratamiento con vitamina B6, cobalamina y ácido fólico, y la ingesta de multivitamínicos han aumentado los niveles de la vitamina y reducido los de homocisteína. En ancianos con deficiencia de vitaminas B2 y B6 el suplemento con dosis fisiológicas de riboflavina mejoró los marcadores bioquímicos. No se ha logrado establecer aún la cantidad de folato necesaria para aumentar los depósitos a niveles protectores frente a patologías crónicas. Diversos estudios en marcha permitirán conocer los efectos de la suplementación con ácido fólico y otras vitaminas B en la producción de enfermedades crónicas. Actualmente, la modificación de la alimentación hacia un régimen balanceado, rica en frutas y verduras, es preferible al consumo de productos enriquecidos o de complejos multivitamínicos.

Conclusión

La deficiencia de las vitaminas del complejo B en la población anciana está asociada con mayor riesgo de entidades degenerativas, como enfermedades vasculares, disfunción cognitiva y neurológica y neoplasias. Sin embargo, hay diferencias entre la información actualmente disponible. Por lo tanto, se requieren estudios longitudinales que demuestren que la deficiencia de estas vitaminas o la alteración de los índices bioquímicos (homocisteinemia) producen estas patologías. Otros proyectos de investigación permitirán determinar si el inicio temprano de una alimentación apropiada tiene efecto protector frente a las enfermedades degenerativas y si los ancianos requieren especial atención respecto del estado de las vitaminas B.

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