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Hospitalización, Actividad Restringida y Desarrollo de Discapacidad en Ancianos

  • AUTOR : Gill TM, Allore HG, Holford TR y Guo Z
  • TITULO ORIGINAL : Hospitalization, Restricted Activity, and the Development of Disability among Older Persons
  • CITA : JAMA 292(17):2115-2124, Nov 2004
  • MICRO : Las enfermedades o lesiones que requieren internación o que restringen la actividad representan fuentes importantes de discapacidad en ancianos, independientemente de la fragilidad física.

Introducción

En los ancianos no internados, la incapacidad para llevar a cabo actividades esenciales de la vida cotidiana sin la asistencia de otra persona es habitual, riesgosa y costosa. La discapacidad está asociada con mayor mortalidad, internaciones en geriátricos y empleo incrementado de servicios formales y no formales en el hogar. Dada la magnitud de los costos que implican estas medidas, se requieren estrategias para evitar el inicio y la progresión de la discapacidad en esta población. La comprensión parcial de los mecanismos de base del proceso de discapacidad es un impedimento importante para el desarrollo de intervenciones preventivas. En la presente experiencia, los autores efectuaron evaluaciones mensuales de eventos intermedios y discapacidad para realizar las actividades cotidianas durante 5 años, para establecer su relación y determinar si puede ser modificada por la fragilidad física, factor asociado con mayor frecuencia a la discapacidad.

Métodos

Los participantes formaban parte de un estudio longitudinal de 754 personas mayores de 70 años con capacidad para bañarse, vestirse, caminar en el hogar y transferirse desde una silla, sin ayuda. Las evaluaciones en el hogar se realizaron al inicio, a los 18 y 36 meses, mientras que las entrevistas telefónicas se llevaron a cabo mensualmente durante 5 años. El 17.9% de los participantes falleció después de un seguimiento medio de 26 meses y el 4% abandonó el estudio a los 19.5 meses.

Las variables incluidas en el análisis comprendieron características demográficas, velocidad de la marcha, estado cognitivo, síntomas depresivos y patologías asociadas. Dentro de las últimas se incluyeron hipertensión, infarto miocárdico, insuficiencia cardíaca congestiva, ictus, diabetes, artritis, fractura de cadera, muñeca, brazo o vértebras después de los 50 años, amputación de pierna, enfermedad pulmonar crónica, cirrosis o enfermedad hepática, cáncer y enfermedad de Parkinson. Los eventos intermedios comprendieron las enfermedades y lesiones que requirieran internación o que condujeran a la restricción de la actividad.

Los motivos de internación fueron agrupados en distintas categorías. Para evaluar los eventos intermedios menos potentes, los investigadores analizaron los motivos que produjeron la restricción de las actividades en los casos en que esto ocurrió. Los ancianos generalmente atribuyen la restricción de la actividad a varios problemas de salud concurrentes, y aquella está estrechamente asociada con disminución de las actividades cotidianas. En las entrevistas telefónicas mensuales, los investigadores evaluaron la discapacidad para llevar a cabo actividades cotidianas mediante preguntas estandarizadas. Los participantes que requirieran ayuda para realizar alguna de las 4 tareas seleccionadas fueron considerados discapacitados. El parámetro de evaluación principal consistió en el tiempo transcurrido hasta que el entrevistado experimentara la primera discapacidad. El parámetro secundario correspondió a la discapacidad persistente (DP), definida como una nueva limitación con una duración mínima de 2 meses. Para mejorar la importancia clínica de la experiencia, los autores también evaluaron la discapacidad que requirió la internación en geriátricos (DIG) durante el mismo mes.

Para diferenciar los efectos de nuevos eventos de los anteriores, definieron al período de exposición a nuevos eventos como el mes previo a la evaluación de la discapacidad y el período de exposición de eventos previos como el tiempo transcurrido desde la evaluación inicial a los 2 meses previos al inicio de la discapacidad. Calcularon el número medio de meses de exposición a eventos intermedios y compararon estos valores entre participantes con discapacidad y sin ella. El análisis comprendió las relaciones entre el desarrollo de discapacidad con el sexo, la edad, etnia, vivir solo, años de educación, patologías crónicas, deterioro cognitivo, síntomas depresivos, fragilidad física y eventos intermedios nuevos y previos.

Resultados

Las características del grupo con fragilidad física incluyeron edad más avanzada, mayoría de mujeres, con tendencia a vivir solos y a presentar deterioro cognitivo y síntomas depresivos. De los 135 individuos que fallecieron, el 17.8%, 41.5% y 50.4% no presentaron discapacidad y evidenciaron DP y DIG, respectivamente. En los 5 años de seguimiento, el 55.3% de la muestra sufrió discapacidad, el 36.9% presentó discapacidad persistente y el 26.4% fue ingresado a un geriátrico. Los participantes con fragilidad física experimentaron mayor riesgo de desarrollar discapacidad. Entre quienes presentaron discapacidad fueron más frecuentes las hospitalizaciones y la actividad restringida. Las tasas de incidencia de discapacidad, DP y DIG por 100 persona/mes de exposición ascendieron a 31.9, 17.2 y 18.8, respectivamente. Los valores correspondientes para la actividad restringida fueron 3.4, 1.5 y 0.31.

El análisis estadístico reveló que la edad, vivir solo, el infarto miocárdico, los síntomas depresivos, la fragilidad física, la hospitalización y la restricción de la actividad se asociaron con el desarrollo de discapacidad. En los sujetos que no experimentaron nuevos eventos intermedios, las tasas de incidencia de discapacidad, DP y DIG fueron de 0.61, 0.40 y 0.07, respectivamente. Las fracciones asociadas con nueva exposición a hospitalización y restricción de la actividad únicamente, ascendieron a 0.48 y 0.19 para cualquier discapacidad; 0.46 y 0.13 para DP; y 0.82 y 0.05 para DIG, respectivamente. En los participantes físicamente frágiles, los valores correspondientes fueron 0.40 y 0.20 para cualquier discapacidad; 0.41 y 0.17 para DP; y 0.81 y 0.07 para DIG.

Por otra parte, si bien la cardíaca fue la categoría diagnóstica más común, las lesiones asociadas con caídas produjeron el mayor riesgo de discapacidad: el 79.4% de los ingresos por este tipo de lesiones produjo discapacidad, el 45.2% se asoció con DP y el 58.8% con DIG. Los motivos más frecuentes de restricción de la actividad que llevaron a discapacidad comprendieron fatiga, dolor y rigidez de las articulaciones o columna, mareos e inestabilidad.

Conclusión

Los presentes hallazgos enfatizan la importancia de los eventos intermedios como posibles blancos para la prevención de discapacidad, independientemente de la presencia de fragilidad física. Las intervenciones que aumentan la capacidad de reserva y las estrategias compensatorias evitan la progresión de discapacidad en ancianos físicamente frágiles. En caso de enfermedad aguda o de lesión que produzcan discapacidad, los resultados funcionales mejoran mediante el tratamiento de los pacientes en servicios especializados, con atención geriátrica domiciliaria después del alta. En base a estos resultados, los autores consideran que intervenciones similares serían eficaces frente a lesiones o enfermedades que restringen la actividad pero que no requieren hospitalización.

Especialidad: Bibliografía - Geriatría

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