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La Posibilidad de Anticoncepción Debe Considerarse un Derecho Humano

  • AUTOR : Welsh MJ, Stanback J, Shelton J
  • TITULO ORIGINAL : Access to Modern Contraception
  • CITA : Best Practice & Research Clinical Obstetrics & Gynaecology 20(3):323-338, Jun 2006
  • MICRO : La posibilidad de acceder a las distintas estrategias de anticoncepción debe estar garantizada por las autoridades sanitarias de todos los países, dado que se acepta que representa uno de los derechos más importantes de las personas. En circunstancias especiales, además, constituye una de las mejores opciones para reducir la morbilidad y mortalidad materna y fetal.

 

Uno de los mayores avances en los últimos 50 años tiene que ver con la mayor posibilidad de que las mujeres accedan a métodos seguros y eficaces de anticoncepción (AC), con lo cual es posible mejorar la salud y el bienestar de las pacientes, de la familia y de las sociedades de todo el mundo, incluso de aquellas con menos recursos económicos. La implementación adecuada de los programas de AC se asoció con la reducción sustancial de la mortalidad y morbilidad materna al disminuir el número de embarazos de alto riesgo y no deseados, al descender la demanda de abortos inseguros y al permitir que las mujeres tomen decisiones apropiadas en relación con el momento en que desean tener hijos. Asimismo, las políticas adecuadas en este sentido redujeron de manera considerable la mortalidad infantil al evitar embarazos de mujeres muy jóvenes o de aquellas con muchos hijos, en especial en ámbitos de escasos recursos.

En las últimas décadas, el acceso a la AC se convirtió en un derecho humano básico; sin embargo, fue necesario crear un marco legal y regulatorio para brindar protección a la mujer y a sus derechos reproductivos debido las discrepancias biológicas, socioeconómicas, psicosociales y de los sistemas de salud. Este marco legal surgió en 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y culminó en el Programa de Acción de la International Conference on Population and Development, que establece que todas las parejas y todos los individuos deben poder decidir libremente y con responsabilidad sobre asuntos relacionados con la sexualidad, la salud reproductiva y la AC, entre otros puntos.

El acceso a la AC es un aspecto importante en los programas de salud de todo el mundo. Desde la implementación de las nuevas políticas, el índice de fertilidad mundial descendió en más de un 50% desde 1950; las mayores declinaciones se registraron en el este de Asia y en América Latina. Aun así, la eficacia dista de ser pareja. De hecho, en muchos países hay múltiples dificultades para acceder a la AC. La Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó que aproximadamente 45 millones de embarazos no deseados terminan en aborto cada año; más del 40% se produce en mujeres de 15 a 24 años y en condiciones de máxima inseguridad, que pueden ocasionar infertilidad permanente o la muerte. La necesidad de una mejor implementación de la AC tiene mayor importancia aún en la era actual de la pandemia del sida; en este contexto, la transmisión del virus de madre a hijo es un aspecto especial que debe tratar de evitarse.

Factores que complican el acceso a la AC

El acceso se relaciona con la disponibilidad de los métodos en términos de costo y probabilidades de uso para la mayoría de la población y es un elemento fundamental en la calidad de los programas de planificación familiar. Sin embargo, los sistemas no siempre funcionan como se espera, fundamentalmente en los países en vías de desarrollo en los que es muy frecuente el desabastecimiento de productos. Todo indica que este problema continuará en el futuro cercano. Por su parte, los estudios al respecto manifestaron la resistencia que existe con la AC y los derechos de la mujer en este sentido. Por ejemplo, en 1999 en Africa se otorgaron aproximadamente 4.6 preservativos por cada hombre de 15 a 59 años, una cifra que significa un número sustancialmente alto de actos sexuales sin protección, situación que obviamente compromete el derecho de la mujer a tener sexo seguro, independientemente de las intenciones y del perfil de riesgo de su pareja. La limitación en el acceso a la AC de urgencia (a pesar de los elevados índices de violencia sexual en algunos países) tiene consecuencias similares. Por lo tanto, la prestación de todas las necesidades y comodidades en términos de AC debe ser un objetivo primordial en salud pública para garantizar la vida sexual y los derechos de reproducción de las mujeres.

Acceso geográfico

La ubicación de los servicios (hospitales, clínicas y farmacias, entre ellos) que otorgan los métodos de AC es un punto esencial en los resultados finales. Así, se observó que la prevalencia de AC disminuye en relación con la mayor distancia que deben recorrer las mujeres para acceder a estos servicios. Es por ello que los programas de planificación familiar suelen expandir los centros de distribución, de manera tal que se facilite el acceso a los mismos.

Acceso económico

La movilización hacia los centros de distribución significa gastos; la reducción del costo para los beneficiarios de programas sanitarios aún es un objetivo primordial.

Acceso a la información

Los habitantes deben estar perfectamente informados acerca de los beneficios y riesgos de cada sistema de AC, deben conocer cuáles son las posibilidades disponibles y la forma de acceder a ellas. Los medios de comunicación masiva pueden brindar gran ayuda en este sentido.

Acceso psicosocial y administrativo

En términos psicosociales debe prestarse atención a posibles temores de las mujeres en relación con la AC, a su posición en la sociedad y a ciertas creencias religiosas que pueden influir en las decisiones. La resolución de barreras psicosociales representa un desafío principal en cualquier programa de AC, dado que cuando existen conflictos entre las expectativas de la sociedad, de la familia y las normas del comportamiento sexual difícilmente pueda lograrse una AC segura y eficaz.

Barreras médicas

Por lo general se sustentan en creencias propias del profesional que limitan el acceso a la AC, muchas veces bajo la excusa de brindar mayor protección física o moral. Cuando se ponen obstáculos en términos de tiempo y espacio o cuando se niega la AC a una mujer por su escasa edad o por creencias religiosas, las consecuencias pueden ser sumamente desfavorables: embarazo no deseado o aborto en condiciones de inseguridad. Por ejemplo, en los EE.UU., ciertos farmacéuticos se niegan a entregar la AC de urgencia (por motivos religiosos). Esta situación ilustra una de las barreras médicas más graves. Otra situación similar reside en el pedido de pruebas innecesarias antes de iniciar la AC hormonal.

Según Shelton y colaboradores existen 6 tipos de barreras médicas: la negación de la AC a mujeres que presentan diabetes no complicada o que tienen antecedente de tromboembolismo superficial, situaciones en las que no hay contraindicación para la AC, entre otras. Otro ejemplo reside en la negación de AC por motivos relacionados con la edad, el número de hijos o el consentimiento por parte de la pareja. La misma complicación se genera cuando se obliga a la mujer a asistir a múltiples consultas antes de brindarle la AC o cuando se piden análisis de sangre y de orina para descartar enfermedades relativamente infrecuentes.

Diversos estudios indicaron que los servicios paramédicos están capacitados para otorgar la AC, que las enfermeras entrenadas pueden colocar dispositivos intrauterinos sin mayores dificultades y que no es difícil detectar en la comunidad las mujeres en las que no es adecuado indicar un método de AC hormonal. Las barreras regulatorias inadecuadas representan otro tipo de obstáculo profesional.

Prevalencia de barreras médicas

Lamentablemente, aún hoy son muy comunes. Por ejemplo se observó que, en Tanzania, el 80% impone restricciones para la AC en función de la edad (a mujeres muy jóvenes o de edad más avanzada). Asimismo, en la década del 90, más de la mitad de los centros destinados a proveer métodos de AC limitaron el uso de ciertos anticonceptivos inyectables en función del número de hijos de la mujer. Asimismo, en Pakistán es común que se limite el acceso a la AC hormonal y a los dispositivos intrauterinos según el número de hijos. El requisito de que la mujer se encuentre en el período menstrual (para garantizar la ausencia de embarazo) es otra barrera común, habitualmente por temores exagerados en relación con la exposición del feto a las hormonas que se utilizan en la AC. Muchas de las acciones médicas no tienen sustento científico y se considera que la AC es segura para la inmensa mayoría de las mujeres. En este contexto cabe recordar que el embarazo no deseado puede ser mucho más peligroso que la AC, en especial en mujeres de áreas de escasos recursos en las que la probabilidad de muerte para ella y su hijo es mayor a 1 en 20.

Estrategias para superar las barreras médicas

El International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights destaca que las mujeres deben disfrutar el derecho a beneficiarse con los progresos científicos y con sus aplicaciones. La OMS desempeña un papel central en el control y en la creación de recomendaciones específicas al respecto. Debido a que el término «contraindicación» puede ser ambiguo, la OMS clasifica las condiciones de salud en 4 categorías principales: la primera abarca mujeres sin restricciones al uso de un método en particular; la segunda se relaciona con el uso general de los diversos métodos; la tercera, con métodos que habitualmente no son recomendados y la cuarta abarca aquellos que no deberían aplicarse. La clasificación está diseñada para que se interprete en una forma más sencilla aún: las categorías 1 y 2 significan «sí», mientras que la 3 y 4 representarían un «no» a un determinado método en particular. Asimismo, la OMS establece recomendaciones especiales para cada sistema de AC: por ejemplo, un único control en pacientes en quienes se colocó un dispositivo intrauterino después de la primera menstruación o entre 3 y 6 semanas de la inserción; no obstante, la paciente puede consultar toda vez que lo requiera. La recomendación se basa en que la enfermedad pélvica inflamatoria aparece por lo general en las primeras semanas que siguen a la inserción del dispositivo; las visitas rutinarias no mejoran la evolución.

Guías individuales para los profesionales

Los profesionales deben seguir las recomendaciones nacionales y políticas basadas en información científica firme como la WHO’s Medical Eligibility Criteria y las Selected Practice Recommendations for Contraceptive Use. En general, debe evitarse la solicitud de requisitos innecesarios (pruebas de laboratorio o controles de seguimiento) que pueden complicar la eficacia del programa. Se debe brindar a la mujer la posibilidad de efectuar su propia decisión que, por su parte, deberá estar dentro de sus posibilidades económicas. La preferencia de la paciente es un punto esencial a tener en cuenta para garantizar la eficacia del programa. Muchas veces, aunque las pacientes creen desear la mejor opción, también solicitan asesoramiento. En esta situación, el profesional debe escuchar atentamente las dudas y brindar la mayor información posible en términos objetivos. Por último, los autores señalan que existen numerosos libros de fácil acceso para que el médico pueda abordar óptimamente el problema; un ejemplo es el Essentials of Contraceptive Technology publicado en varios idiomas.

Resumen

No existen dudas de que un mejor acceso a los métodos modernos de AC puede salvar vidas, mejorar la calidad de vida de las pacientes y contribuir en la lucha contra la diseminación de la infección por el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. En los años que siguen, el objetivo principal de las autoridades sanitarias será cumplir con las pautas aún no satisfechas. Lamentablemente, las barreras médicas existen en todo el mundo y representan, en muchos países, una verdadera amenaza para la salud de las mujeres. Sin embargo, la investigación y la aplicación de la información obtenida permitirán eliminar progresivamente los diversos obstáculos mencionados.

Especialidad: Bibliografía - Ginecología

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