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Micronutrientes y Función Cognitiva

  • AUTOR : Black M
  • TITULO ORIGINAL : Micronutrient Deficiencies and Cognitive Functioning
  • CITA : Journal of Nutrition 113(11):3927-3931, Nov 2003
  • MICRO : La mayoría de los estudios acerca del impacto de la deficiencia de micronutrientes en el neurodesarrollo infantil postularon un efecto directo sobre la neuroanatomía o la neurotransmisión, y señalaron la importancia del desarrollo de programas efectivos de prevención desde las instancias prenatales hasta la adolescencia.

Introducción y objetivos

La relación entre la deficiencia de micronutrientes (DM) y el desarrollo cognitivo es objeto de atención de los investigadores, ya que los micronutrientes están relacionados con procesos fisiológicos específicos. La evidencia reciente señala que la DM cumple una función en el desarrollo cognitivo en la infancia temprana. La elaboración de recomendaciones específicas para cada micronutriente puede contribuir al diseño de programas preventivos.

Al menos 4 micronutrientes han sido relacionados con el desarrollo de los procesos cognitivos en los lactantes y niños pequeños: yodo, hierro, cinc y vitamina B12. La DM en los niños constituye una preocupación mundial. Se calcula que el 30% de la población del planeta vive en áreas con deficiencia de yodo. Durante el embarazo, esa deficiencia tiene efectos negativos irreversibles en el feto, aunque hay controversia sobre los efectos de la deficiencia de yodo posnatal. El 25% de los niños menores de 3 años en todo el mundo tienen anemia ferropénica, especialmente en los países en desarrollo. La deficiencia de hierro se asoció con retrasos cognitivos, aunque los resultados de las intervenciones preventivas no fueron uniformes.

Es menos lo que se sabe sobre las deficiencias de cinc y de vitamina B12. La primera se asoció con trastornos del desarrollo motor y menor actividad en los niños vulnerables; la asociación con trastornos cognitivos es menos clara. Los datos recientes indican que existe una alta tasa de deficiencia de cinc en los lactantes y en la primera infancia, aun en los países desarrollados. En cuanto a la vitamina B12, su deficiencia se ha relacionado con problemas cognitivos en los ancianos, pero hay dudas sobre sus efectos en los niños. Dado que la única fuente de vitamina B12 son los productos animales, la tasa de deficiencia de esta vitamina es mayor en las poblaciones que consumen poco estos productos, como carne y leche.

La investigación sobre la DM en el desarrollo motor y cognitivo de los niños presenta los mismos problemas metodológicos que la investigación sobre la desnutrición calórico-proteica. Las deficiencias ocurren a menudo en contextos de pobreza y de múltiples desventajas sociales, que pueden interferir en el normal desarrollo de los niños. Las DM pueden coexistir, sobre todo si los micronutrientes son derivados de la misma fuente, lo que complica las interpretaciones de los resultados de los estudios y de las intervenciones terapéuticas. Finalmente, la selección del grupo de control para estos estudios ofrece serios problemas: si este grupo pertenece a una población diferente, los factores de riesgo son distintos; por otro lado, la asignación aleatoria para recibir tratamiento o para no recibirlo en una población de niños con DM identificadas no es éticamente aceptable.

El objetivo de este trabajo fue revisar la evidencia disponible sobre la relación entre la función cognitiva en los niños y las deficiencias de 4 micronutrientes: yodo, hierro, cinc y vitamina B12.

Deficiencia de yodo

La relación entre la deficiencia prenatal de yodo y el desarrollo cognitivo es directa, pero estos efectos pueden prevenirse mediante intervenciones de salud pública. Las regiones montañosas (Himalaya, Andes) y las planicies inundables son las más afectadas por la depleción de yodo. Un informe de la OMS de 1993 estimaba que 1600 millones personas (el 30% de la población mundial) viven en áreas en riesgo de deficiencia de yodo. La adición de yodo a la sal común y la administración complementaria de yodo han sido efectivas para prevenir el hipotiroidismo congénito y el retraso mental asociado con él.

El yodo es un componente esencial de al menos 2 hormonas tiroideas necesarias para el crecimiento esquelético y el desarrollo neurológico. La deficiencia de yodo lleva a hipotiroidismo, aumento de la producción de TSH y aparición de bocio. Cuando la deficiencia de yodo se produce en el útero, la consecuencia es el hipotiroidismo fetal, con déficits neurológicos y cognitivos irreversibles, que configuran el cuadro denominado cretinismo, el cual incluye retraso mental, persistencia de reflejos primitivos, trastornos visuales, deformidades faciales, retraso del crecimiento y diplejia. El cretinismo mixedematoso, además, incluye piel seca y alteraciones electrocardiográficas. Los estudios sobre aporte complementario de yodo en poblaciones residentes en áreas deficientes en ese elemento mostraron que la suplementación materna en las primeras etapas del embarazo evita los daños fetales del hipotiroidismo.

Cuando la deficiencia de yodo ocurre en forma posnatal, puede producirse hipotiroidismo, con bocio o sin él. Los estudios que compararon el déficit cognitivo en niños con bocio y sin él no fueron concluyentes. Se cree que las discrepancias se deben a que el bocio puede aparecer con diferentes grados de hipotiroidismo. El impacto del hipotiroidismo posnatal en el desarrollo cognitivo de los niños es difícil de separar de otros factores ambientales de privación, especialmente de la pobreza, más frecuente en las poblaciones residentes en las áreas con deficiencia de yodo.

En síntesis, los efectos de la deficiencia posnatal de yodo sobre el desarrollo cognitivo no son tan claros como los de la deficiencia intrauterina de yodo, en la que el aporte complementario del micronutriente a la embarazada tiene efectos beneficiosos indudables sobre ella y el niño.

Deficiencia de hierro

La deficiencia de hierro es la deficiencia nutricional más común en el mundo. La OMS estima que en todo el mundo existen alrededor de 2000 millones de individuos con anemia ferropénica y hasta 5000 millones con deficiencia de hierro. Los períodos de mayor riesgo son los de rápido crecimiento y de altas demandas nutricionales, en especial entre los 6 meses y los 24 meses, la adolescencia y el embarazo.

El hierro es necesario para la síntesis de hemoglobina. Su deficiencia reduce la capacidad de transporte de oxígeno y puede repercutir sobre la inmunidad, el crecimiento y el desarrollo. Un 50% de las anemias se deben a deficiencia de hierro; el resto se asocia con otras deficiencias (vitamina A, vitamina B12, ácido fólico), con paludismo, VIH y otras enfermedades infecciosas, o anemias hereditarias.

Numerosos estudios de observación mostraron que los niños con anemia ferropénica en edades tempranas tienen bajo rendimiento escolar, incluso después de que la anemia ha sido tratada. Los estudios muestran también que la deficiencia de hierro, aun sin anemia, se relaciona con retraso cognitivo. Se ha descrito clásicamente que los lactantes con anemia ferropénica son más irritables y presentan conductas de inseguridad y de desconfianza. El hierro cumple múltiples funciones en los sistemas neurotransmisores y puede afectar el comportamiento a través de sus efectos sobre la dopamina; el metabolismo de la dopamina está fuertemente relacionado con la atención, la percepción, la memoria, la motivación y el control motor.

Una revisión de 2001, focalizada en estudios controlados y aleatorizados (ECA) realizados para evaluar el impacto sobre el desarrollo del tratamiento con hierro en niños menores de 3 años con anemia ferropénica, no detectó diferencias en el desempeño motor ni en el desempeño cognitivo (prueba de Denver) en los tratamientos a corto plazo. Uno de los estudios con tratamiento más prolongado (4 meses) halló una mejora significativa en el puntaje motor y en el puntaje mental de la escala de Bayley. La autora de esta revisión estima que son necesarios más ECA, aunque es probable que, por cuestiones éticas, el grupo de control deba estar conformado por niños sin anemia ferropénica.

Se han realizado ECA para evaluar el efecto de los tratamientos preventivos con hierro sobre el desempeño cognitivo en niños menores de 3 años y sus resultados fueron contradictorios. Algunos estudios hallaron efectos beneficiosos sobre la conducta y el desarrollo, pero otros, no. La presencia en algunos de los estudios de factores de confusión (por ejemplo, paludismo) y la utilización de diferentes herramientas de evaluación ilustran la complejidad de evaluar los tratamientos con hierro y pueden haber contribuido a los resultados discordantes.

Deficiencia de cinc

Se considera que la baja ingesta de cinc es un problema de salud pública. Sin embargo, las mediciones biológicas del estado del cinc en el organismo (concentraciones en el plasma y el cabello) son indicadores imperfectos de las alteraciones funcionales por deficiencia de cinc. Los ECA de aportes complementarios de cinc en embarazadas y en lactantes deficientes de ese elemento encontraron efectos beneficiosos sobre el crecimiento, la morbilidad (diarrea, neumonía) y la mortalidad. Sin embargo, no demostraron en forma clara los beneficios del suplemento de cinc sobre el desarrollo cognitivo. Si bien la evidencia indica un mejor desempeño neuropsicológico en los niños que reciben ese aporte, se necesitan más estudios para clarificar el tema.

Deficiencia de vitamina B12

Los alimentos de origen animal son la única fuente de vitamina B12, por lo que los niños que no los consumen o los lactantes alimentados con leche de madres que no lo hacen, están en riesgo de deficiencia de la vitamina. Se considera que la tasa de deficiencia de la vitamina B12 en todo el mundo es muy alta y puede alcanzar, en algunos países en desarrollo, dos tercios de los niños en edad escolar. Entre los ancianos, la deficiencia es frecuente, aun en los países desarrollados, debido a los trastornos de absorción de la vitamina en las personas de edad avanzada. La deficiencia de vitamina B12 se ha asociado en esa población con demencia y trastornos neuroconductuales. En los niños, la mayoría de los estudios se realizaron en hijos de madres con anemia perniciosa (incapacidad para absorber la vitamina B12) o de madres con dietas carentes de productos animales (veganas, macrobióticas); se halló en estos niños retraso del desarrollo psicomotor.

A pesar de que varios estudios de observación indican la asociación entre la deficiencia de vitamina B12 y los trastornos cognitivos (lentificación de los tiempos de reacción; peor desempeño en las pruebas de memoria, percepción y razonamiento; menor rendimiento escolar; menor capacidad de aprendizaje; mayores problemas de atención; mayor tasa de problemas de conducta, etc.), no hay suficientes estudios controlados de intervención para evaluar el efecto del aporte complementario de esa vitamina.

Conclusiones

La mayoría de los estudios acerca del impacto de las DM en el neurodesarrollo infantil han postulado un efecto directo sobre la neuroanatomía o la neurotransmisión. Sin embargo, no puede aislarse la influencia de factores concurrentes, como la pobreza, las enfermedades concomitantes y la deficiencia en los cuidados generales de los niños. La contribución de los estudios sobre DM será especialmente importante para el desarrollo de programas efectivos de prevención desde las instancias prenatales hasta la adolescencia.

Ref : NUTRI, NEURO.

Especialidad: Bibliografía - Nutrición

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