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Relación entre el Tiempo de Sueño y el Peso Corporal

  • TITULO : Relación entre el Tiempo de Sueño y el Peso Corporal
  • AUTOR : Bayon V, Leger D, Chennaoui M y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Sleep Debt and Obesity
  • CITA : Annals of Medicine 46(5-6): 264-272 2014
  • MICRO : Diferentes estudios epidemiológicos identificaron una asociación entre el tiempo insuficiente de sueño y el sobrepeso o la obesidad. En esta investigación se revisa la información científica disponible al respecto.

Introducción

El sueño es un proceso restaurador de gran importancia para la salud emocional y física. El déficit de horas de sueño favorece la aparición de problemas de salud. Se ha relacionado el déficit de sueño con la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares.

En numerosos estudios epidemiológicos se demostró que el sueño insuficiente se asocia con un índice de masa corporal (IMC) elevado. Existen varias vías que podrían vincular la privación del sueño con la ganancia de peso y la obesidad, incluidos el aumento de la ingesta de alimentos, la disminución del gasto energético y los cambios en los niveles de las hormonas que regulan el apetito, como la leptina y la grelina.

Otro factor relativamente nuevo y en aumento que está contribuyendo a la privación del sueño es el uso de multimedios, como la televisión, la computadora e Internet. Estos hábitos pueden agravar el sedentarismo y aumentar la ingesta de calorías. La disminución del tiempo y la calidad del sueño en la vida moderna está relacionada con los cambios en los estilos de vida y la situación socioeconómica de la población.

Simultáneamente, la obesidad se ha convertido en un problema mayor de salud pública en todo el mundo. En los últimos 30 años, su frecuencia en los países industrializados se ha duplicado entre los adultos y triplicado entre los niños. Existen diferencias en las prevalencias de obesidad en los distintos países, pero el desarrollo económico, la industrialización, la urbanización, la disminución de la actividad física y la alteración de los hábitos alimentarios explicarían, parcialmente, el incremento observado.

La obesidad es una enfermedad multifactorial, resultado de interacciones complejas entre factores genéticos y ambientales. Sin embargo, el incremento drástico ocurrido en los últimos diez años debería atribuirse a factores ambientales, que promueven el consumo de alimentos y la reducción de la actividad física, asociado con el aumento de las ocupaciones sedentarias, los sistemas de transporte disponibles y la ampliación de las áreas urbanizadas. Los horarios de trabajo prolongados o cambiantes y el aumento del tiempo necesario para el transporte tienen, a su vez, un vínculo estrecho con el menor tiempo disponible para dormir.

Desde hace 15 años comenzó a plantearse que la disminución de las horas dedicadas al sueño podría ser uno de los factores que contribuye al aumento del peso corporal. En los adultos, el sueño breve fue definido como aquél que tiene una duración menor de 6 horas en los días de actividad habitual, incluido el sueño nocturno, la siesta o el reposo. Diversos estudios epidemiológicos mostraron que dormir menos de 6 horas se asociaba con un aumento de la frecuencia de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, así como del riesgo de accidentes.

Entre las limitaciones de las investigaciones epidemiológicas, los autores señalaron las diferencias y las dificultades para medir objetivamente el sueño y la adiposidad o grasa corporal. Además, los estudios epidemiológicos en forma aislada no han podido establecer una relación causa-efecto entre la duración del sueño y la obesidad.

El objetivo de esta investigación fue revisar la información epidemiológica, biológica y conductual que relaciona el déficit de sueño y la obesidad.

 

Influencia de la edad y el sexo

En la literatura científica no existe consenso en relación con la definición del concepto de déficit de sueño, que reflejaría un acortamiento voluntario o involuntario de la duración del sueño. Tampoco existe acuerdo sobre la definición de sueño inadecuado, que podría referirse a la brevedad o a la calidad de éste.

En la presente revisión, los autores se refirieron a la reducción del tiempo, sin considerar las alteraciones asociadas del sueño. Encontraron dos aspectos clave a partir de los metanálisis sobre al tema: la asociación entre falta de tiempo de sueño suficiente y obesidad fue más robusta en los niños que en los adultos, y podrían existir diferencias en cuanto al sexo.

Se verificó un mayor impacto en los niños que en los adultos y, entre estos últimos, la falta de sueño y la obesidad tuvieron una mayor relación en los adultos jóvenes que en los de mediana edad o los ancianos. Los resultados mostraron que los niños y los adolescentes podrían ser más vulnerables a los efectos de la falta de horas de sueño suficientes. Dormir es importante para el desarrollo cerebral. Su deficiencia podría alterar los mecanismos hipotalámicos que regulan el apetito y el gasto de energía.

Sin embargo, los autores no encontraron ningún estudio longitudinal que permitiera identificar en qué grupo de edades tenía mayor importancia la asociación entre el tiempo de sueño y el peso corporal. Además, las investigaciones realizadas en niños utilizaron diferentes métodos para el diagnóstico de obesidad.

Entre las alteraciones de la calidad del sueño es frecuente encontrar diferencias en cuanto al sexo: el insomnio es prevalente entre las mujeres, mientras que la apnea del sueño es más frecuente en los varones. Sin embargo, la influencia del sexo sobre la duración del sueño aún no es clara. La menopausia representa una situación especial, ya que en esa etapa las mujeres presentan cambios en los patrones del sueño y este hecho también se relaciona con el aumento del peso corporal.

 

Factores biológicos

Varias hormonas y vías metabólicas están involucradas en la asociación entre la disminución del tiempo de sueño, el sobrepeso y la obesidad. Durante el sueño varía la secreción hormonal, lo que contribuye al equilibro metabólico corporal. La disminución o privación del sueño pueden alterar dicho equilibrio.

La leptina y la grelina son dos hormonas periféricas que actúan sobre los núcleos hipotalámicos para regular el equilibrio de energía y la ingesta de alimentos. La leptina es producida sobre todo por los adipocitos e inhibe el apetito, mientras que la grelina es producida en el estómago y tiene efectos estimulantes del apetito.

Se han estudiado los niveles de leptina, grelina y otras hormonas relacionadas para evaluar sus niveles ante la restricción del sueño, pero los resultados de las investigaciones no han sido homogéneos.

 

Privación del sueño y gasto de energía

Hasta el momento, los resultados de los estudios experimentales relacionados con el gasto de energía y el sueño insuficiente han sido limitados y contradictorios. Sin embargo, los autores de esas investigaciones sostienen la hipótesis de que el aumento en la ingesta de alimentos durante la privación de sueño sería una adaptación fisiológica para mantener la provisión de energía necesaria para sostener períodos más prolongados de vigilia. Se ha observado que cuando los alimentos se encuentran disponibles, su ingesta supera las necesidades fisiológicas.

En un estudio en el que se restringió el tiempo de sueño a 4.25 horas, se encontró una asociación significativa con la disminución global de la actividad física y el porcentaje de actividad física intensa y, en consecuencia, con la disminución del gasto de energía. Otros investigadores, sin embargo, no observaron cambios en el gasto de energía asociados con la restricción del sueño. En ese caso, los autores relacionaron el aumento de peso más con el aumento del apetito y de la ingesta calórica y un equilibrio de energía positivo, que con la disminución del gasto de energía debido a la falta de ejercitación física.

No existe suficiente información científica que justifique que la restricción del sueño se relacione con los diferentes componentes del gasto de energía, como la tasa metabólica durante el sueño, el efecto término de la alimentación, el gasto de energía de la actividad física o la termogénesis no relacionada con la actividad física. Para cada uno de estos componentes, los instrumentos de medición son diferentes; además, el sueño afecta a cada uno de ellos de distinta forma.

 

Perspectivas

Ante el planteo de si el aumento de las horas de sueño podría evitar el sobrepeso y la obesidad, aún no se ha encontrado una respuesta plausible, si bien los datos científicos mostraron la asociación entre el sueño insuficiente y el incremento de peso.

Además, aumentar las horas de sueño no resulta una solución sencilla. Numerosos estudios epidemiológicos han mostrados que adultos y adolescentes de todo el mundo duermen menos. Entre las causas de ese fenómeno se encuentran motivos laborales, con horarios extensos, nocturnos o cambiantes y el tiempo de viaje entre el hogar y el trabajo. También se ha vuelto importante el tiempo dedicado a la utilización de Internet, los teléfonos móviles y los videojuegos.

Además de adoptar conductas que favorecen la privación de sueño, entre el 20% y el 30% de los adultos tienen cuadros clínicos que provocan sueño insuficiente, como insomnio, apnea del sueño o síndrome de piernas inquietas.

En la actualidad, no se cuenta con información acerca de que mejorar el sueño se asocie con perder peso, y la prevención de la obesidad es un tema complejo, al igual que su estudio. A pesar de las dificultades para la investigación, los autores señalaron que podrían proponerse la realización de actividad física, los cambios ambientales y aun el hábito de la siesta como medidas para mejorar tanto la calidad como la cantidad del sueño.

Especialidad: Bibliografía - Clínica Médica - Nutrición

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